Con raices italianas y más concretamente en la región de Véneto (del veneciano tirame sú), el tiramisú es un delicioso y delicado postre frío elaborado en capas alternas de bizcochos de soletilla empapados en una mezcla de café, licor de almendras (amaretto) y cacao puro intercaladas con otras capas de deliciosa nata montada ligada con yema batida azucarada y queso Mascarpone, un queso de toque dulzón y consistencia cremosa.
Con un origen que muchos se atribuyen y con cierta picardía en su vislumbramiento, ya que parece ser fue creado por una madame para "reconfortar" rápidamente a sus clientes y con tal ingesta, éstos volviesen de nuevo a la "faena" con el consiguiente aumento para las arcas del burdel. Cierto o no este origen vete tu a saber, cabe destacar el efecto placentero que un solo bocado de este postre puede llegar a ocasionar en nuestros sentidos, tanto por el contraste marcado de sabores como por la suavidad de su textura.
Sí quiero hacer hincapié en lo aconsejable de utilizar un buen café tipo expreso para conseguir un sabor óptimo.
1/2 vaso de azúcar
100 gr de cacao puro en polvo
3 huevos
300 ml de nata para montar (mínimo 35% de materia grasa)
24 bizcochos de soletilla (*)
1 tazón de café expreso
1/2 copa de licor de Amaretto
250 gr de queso Mascarpone
En mi versión de este postre y de manera opcional, he añadido unos sobaos pasiegos como base del mismo, remojándolos igualmente en la mezcla de café y cacao con licor.
Echar la mitad del azúcar en la nata y montarla hasta que quede muy compacta.
Separar las claras de las yemas.
Montar las claras a punto de nieve (mejor añadiendo unas gotas de limón o vinagre a las mismas).
Mezclar a mano las yemas de los huevos con 2 cucharadas de azúcar, hasta obtener una mezcla homogénea y cremosa.
A mano y con movimientos envolventes, mezclar con una cuchara el queso Mascarpone y el preparado de yema y azúcar.
En el café templado disolver un tercio del cacao en polvo y agregar el licor de almendras.
Ahora vamos mojando muy ligeramente los bizcochos en el café sin dejar que se empapen y disponemos una capa de ellos en una fuente rectangular. Si optaís por usar los pasiegos, empaparlos también.
Ponemos ahora una capa de la nata, las yemas y la clara montada sobre los bizcochos. Seguimos alternando capas de ambas mezclas, terminando por la de la nata. (Entre ambas capas podemos agregar cacao en polvo sí lo deseamos).
Para terminar, con un colador espolvoreamos el resto del cacao en polvo sobre la mezcla.
Para conseguir la textura óptima de consumo debemos dejar reposar en frío al menos 24 horas.
Es suave, es cremoso y es absolutamente delicioso. El tiramisú es de esos postres que no son empalagosos ni demasiado dulzones. Y cuanto más tiempo lo dejamos reposar, más bueno está, porque los sabores se concentran. Además, si podéis, os recomiendo que invirtáis en un buen queso mascarpone, porque marca totalmente la diferencia, tanto en sabor como en consistencia.
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